domingo, 13 de abril de 2014

Que es el espiritismo?



Allá por el año 1848, en Estados Unidos de América, llamaron la atención diversos fenómenos extraños, que consistían en ruidos, golpes y movimientos de objetos sin causa conocida. Esos fenómenos ocurrían a menudo en forma espontánea, con una intensidad y una persistencia singulares. Pero también se observó que se producían más particularmente
bajo la influencia de determinadas personas, a las que se designó con el nombre de médiums,  quienes en cierto modo podían provocarlos a voluntad, lo cual permitió repetir las experiencias.
Para eso se servían, sobre todo, de mesas. No porque ese objeto fuera más adecuado que otro, sino tan sólo porque es movible, resulta más cómodo, y nos sentamos más fácilmente y con mayor naturalidad alrededor de una mesa que frente a cualquier otro mueble. Se obtuvo de esa manera la rotación de la mesa, luego movimientos en todas las direcciones, temblores, vuelcos, levitaciones, golpes violentos, etcétera. Este fenómeno fue designado, en los comienzos, con el nombre de mesas giratorias o
danza de las mesas.
Hasta allí el fenómeno podía explicarse perfectamente mediante una corriente eléctrica o magnética, o por la acción de un fluido desconocido. Esa fue, en efecto, la primera opinión que se generó acerca de él. Con todo,
no se tardó en reconocer, en esos fenómenos, la presencia de efectos inteligentes.
A partir de entonces fue evidente que la causa no era puramente física,
y de acuerdo con el axioma según el cual: si todo efecto tiene una causa, todo efecto inteligente debe tener una causa inteligente, se llegó a la
conclusión de que la causa de ese fenómeno tenía que ser una inteligencia.
Por consiguiente, esa inteligencia sólo podía pertenecer a un ser invisible
El medio de asegurarse de ello era muy simple: consistía en entablar una conversación con ese ser, lo que se hizo mediante un número convenido de golpes, que significaban o no, o que designaban las letras del alfabeto.
El fenómeno fue denominado mesas parlantes
Todos los seres que se comunicaron de ese modo, al ser interrogados
acerca de su naturaleza, declararon ser Espíritus y pertenecer al mundo invisible.
Las comunicaciones a través de golpes eran lentas e incompletas. Se descubrió que, al adaptar un lápiz a un objeto movible –una cestilla, una tablita o cualquier otro objeto sobre el cual fuera posible apoyar los dedos– dicho objeto se ponía en movimiento y trazaba caracteres. Más tarde se observó que tales objetos sólo eran accesorios, de los que se podía prescindir.  
La experiencia demostró que el Espíritu, así como ejercía una acción sobre
un cuerpo inerte para dirigirlo conforme a su voluntad, podía actuar también sobre el brazo o la mano para guiar el lápiz. Entonces surgieron
los médiums escribientes, es decir, las personas que escriben de manera involuntaria bajo el impulso de los Espíritus, de los cuales pasan a ser instrumentos e intérpretes.
Pronto se supo, por intermedio de ellos mismos, que no son seres aparte en la creación, sino las almas mismas de los que vivieron en la Tierra o en otros mundos. Se supo que esas almas, tras haberse despojado de su envoltura corporal, pueblan y recorren el espacio.

Por lo general, se tiene de los Espíritus una idea completamente falsa. No son –como muchos se lo imaginan– seres abstractos, difusos e indefinidos, ni algo así como un resplandor o una chispa. Se trata, por el contrario, de
seres muy reales, que poseen su individualidad y una forma determinada.
En el hombre hay tres partes esenciales:
1.º) El alma o Espíritu, principio inteligente en el que residen el pensamiento, la voluntad y el sentido moral; 2.º) el cuerpo, envoltura material, pesada y densa, que pone al Espíritu en relación con el mundo exterior; 3.º) el periespíritu, envoltura fluidica, ligera, que sirve de lazo y de intermediario entre el Espíritu y el cuerpo. Cuando la envoltura exterior está gastada y ya no puede funcionar, deja de vivir. Entonces el Espíritu se despoja de ella, como el fruto de su cáscara y el árbol de su corteza; en una palabra, de la misma manera que descartamos un traje viejo que no nos sirve más. Esto es lo que se denomina muerte.
Entre las comunicaciones impartidas por los Espíritus, algunas son sublimes por su profundidad y elocuencia, por su sabiduría y moral, y sólo
reflejan la bondad y la benevolencia. Pero otras son muy vulgares, frívolas, triviales e incluso groseras, y a través de ellas el Espíritu revela los
instintos más perversos. Dado que los Espíritus no son otra cosa que las almas de los hombres, no pueden, naturalmente, volverse perfectos al dejar su cuerpo. Hasta tanto hayan progresado, conservarán las imperfecciones de  la vida corporal. Por esa razón hay Espíritus de todos los grados de bondad y maldad, de sabiduría e ignorancia.

Las instrucciones impartidas por los Espíritus de un orden elevado, acerca de los temas que interesan a la humanidad, así como las respuestas que han dado a las preguntas que se les formularon y que han sido recopiladas
y coordinadas cuidadosamente, constituyen toda una ciencia, una doctrina moral y filosófica que lleva el nombre de espiritismo.
Por consiguiente, el espiritismo es la doctrina basada en la existencia, las manifestaciones y la enseñanza de los Espíritus.
En resumen, el espiritismo alivia la amargura de los pesares de la vida, calma la desesperación y las inquietudes del alma, disipa la incertidumbre o el terror acerca del porvenir, aleja la idea de abreviar la vida mediante
el suicidio. Por eso mismo hace dichosos a los que se compenetran con él, y ahí radica el gran secreto de su rápida propagación.
Desde el punto de vista religioso, el espiritismo se basa en las verdades fundamentales de todas las religiones: Dios, el alma, la inmortalidad,
las penas y las recompensas futuras.
Con todo, es independiente de cualquier culto en particular. Su objetivo consiste en probar, a los que niegan o dudan, que el alma existe y sobrevive al cuerpo, y que después de la muerte sufre las consecuencias del bien y del mal que ha cometido durante la vida corporal
En calidad de moral, el espiritismo es esencialmente cristiano, porque la que enseña no es sino el desarrollo y la aplicación de la moral de Cristo, la más pura de todas, y cuya superioridad nadie discute: prueba evidente de
que es la ley de Dios. Esta moral es para uso del mundo entero.
El espiritismo es independiente de toda forma de culto, no prescribe ninguno de ellos ni se ocupa de dogmas particulares, razón por la cual no constituye una religión especial, pues tampoco tiene sacerdotes ni templos.
A quienes le preguntan si hacen bien al seguir tal o cual práctica, responde: “Si creéis que es una obligación para vuestra conciencia, hacedlo: Dios siempre toma en cuenta la intención”.
En una palabra: el espiritismo no se impone a nadie.
Por lo antedicho se debe ver al espiritismo desde tres aspectos diferentes a saber:

El aspecto científico, consiste en las relaciones que se pueden establecer con los espíritus,  comprende la fenomenología mediúmnica, las investigaciones experimentaciones y comprobaciones, la demostración de la realidad espiritual, la aplicación del método científico y la determinación de las leyes que rigen los fenómenos psíquicos y espirituales.

El aspecto filosófico, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones. Comprende el conjunto de explicaciones y respuestas que el espiritismo da ante los grandes interrogantes básicos e históricos de la humanidad: Dios, Universo, el hombre, el alma, la vida, el amor, el dolor, la verdad, el bien y el mal, los orígenes, las finalidades, el destino, etc.

El aspecto ético o moral, se fundamenta en las enseñanzas y en la ejemplificación vivenciada, dadas por el Maestro Jesús a la humanidad como código de moral por excelencia de aplicación universal en el ámbito personal, familiar y social.

El encargado de llevar a delante la constitución y difusión de esta doctrina fue Allan Kardec, filosofo y científico de origen francés, quien tuvo a su cargo la codificación de toda la doctrina espirita que plasmo en cinco libros fundamentales que son:
El libro de los espiritus, El libro de los mediums, El evangelio segun el espirtismo, El cielo y el infierno y el libro de Genesis. 
Es a partir de Kardec y sus libros que la doctrina se empieza a difundir no solo en francia sino también a nivel mundial, comenzando una nueva era y revolución tanto en el mundo material como espiritual. 


Fuentes: El espiritismo en su mas simple expresion, Allan Kardec
             El libro de los espiritus, Allan Kardec

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